¿Hemos estado tanto tiempo aquí? Everyday Politics en el Pleistoceno Europeo

Everyday Politics
5 min readApr 2, 2020
Arshile Gorky, Study of Aviation

Hoy me encontré leyendo una entrevista publicado por la revista Jot Down con María Martinón, una reconocida arqueóloga Española. El amigable diálogo abordó los orígenes familiares de la Doctora Martinón, su formación académica y su trabajo en el sitio de Atapuerca. El sítio arqueológico localizado en la Sierra de Atapuerca en Burgos, al norte de la península Ibérica, no sólo es un Patrimonio de la Humanidad, sino que también es el repositorio del noventa por ciento de los restos humanos del pleistoceno. En los últimos veinte años, la doctora Martinón ha estudiado restos provenientes de especies de homínidos tales como el Homo Antecessor y el Homo Heidelbergensis, ambos antecesores al actual Homo Sapiens.

El trabajo académico de la Doctora Martinón ha sido sido exitoso y discreto. Al ser una especialista en los huesos, cuerpos, y culturas de hombres que murieron hace cientos de miles de años, su trabajo también podría considerarse como ajeno al mundo contemporáneo. No obstante, comparar dientes, estudiar cráneos, buscar patrones de alimentación, de vida y de muerte de aquellos que nos precedieron, es una práctica con implicaciones políticas profundas y delicadas. Tal es la implicación que se ha llegado al titular de la entrevista: “Las ideas de las personas racistas no se sustentan en la biología”.

Pero, ¿qué hace el trabajo de una arqueóloga especialista en evolución humana, un trabajo con implicaciones políticas? La respuesta se encontrará tanto las prácticas y métodos de ésta disciplina científica así como en las interpretaciones y conclusiones tentativas lanzadas desde éste campo. Iniciemos por ésta última.

El origen de los hombres ha sido un tema largamente debatido. Sin embargo, dos ideas han sido dominantes en el debate: La monogénesis y la poligénesis. La primer sostiene que todos los hombres que han vivido en la tierra y los que vivirán mientras ésta viva, tienen un origen común. La monogénesis sostuvo, originalmente, que todos somos descendientes de un mismo par, Adán y Eva, y nuestros orígenes han de ser localizados en descendencia. La variante secular y científica de la monogénesis sostiene que, en efecto, los homínidos que hoy llamamos Homo Sapiens así como sus antecesores, tienen un origen territorial y taxonómico común. Lo que en ámbitos letrados se le conoce como la teoría de “Out of Africa” mantiene que los Homo Sapiens, así como especies cercanas a él, incluidas el Homo Neanderthalensis, y Homo Habilis, vinieron de África, y aunque es posible notar diferencias de orden genético entre éstas especies, todas comparten el mismo origen. (1)

Antonio María Esquivel, “Adán y Eva tras haber sido expulsados por Dios del Paraíso”

La poligénesis sostiene que los hombres no comparten un origen común. Como su nombre lo indica, ésta idea sostiene que en realidad las múltiples poblaciones de hombres que habitaron y habitarán la tierra tienen orígenes fundamentalmente diferentes. El argumento central que sostiene la idea que los hombres provienen de un origen diferente es de tipo cerrado y circular: las variaciones físicas de los hombres en distintas zonas geográficas del mundo es evidencia de su origen distinto y de la misma forma, dado que los hombres tiene un origen distinto, cada “raza” se ha desarrollado de manera de diferente manera.(2) Una de las consecuencias de ésta hipótesis es que es posible clasificar, y por tanto separar, a los hombres de acuerdo a supuestas “razas” de hombres, y también establecer grados de desarrollo “evolutivo” entre ellos. Para algunos será sorpresa que aquellos que desarrollaron y defendieron la poligénesis, hombres que se identificaban como pertenecientes a la “raza blanca”, también se colocaron a sí mismos en el escaño más alto de tal clasificación.

Durante el siglo XIX, el debate entre monogenistas y poligenistas fue agitado. Nació en la academia y rápidamente se imbuyó en la política. En algunos Estados, la práctica administrar y clasificar la vida humana, así como las oportunidades y derechos de los sujetos se benefició de un fundamento científico sobre las aparentes disparidades biológicas entre sujetos. (2) Esto fue visible tanto en las potencias coloniales como en algunas jóvenes repúblicas ex-coloniales, cuyos órdenes políticos y económicos requerían de una justificación para mantener relaciones de esclavitud, explotación del trabajo humano, segregación y discriminación. Dichas relaciones pronto adquirieron una connotación tanto racial, como “científica”.

Entre las evidencias utilizadas para demostrar la inferioridad de las supuestas “razas”, fueron las medidas de los cráneos humanos. La Craneometría era un método por el cual se establecieron relaciones entre la inteligencia de los hombres y su “raza”. Las medidas del cráneo era puntos de referencia para determinar tanto su “clasificación racial” como su inteligencia. Con esto se pretendía demostrar la inferioridad intelectual de las otras “razas” y la superioridad de quien medía cráneos. De ahí que quienes eran considerados inferiores fuesen sistemáticamente excluidos o sometidos a tratos inhumanos. (3)

La hipótesis sobre un origen común de los hombres tiene, también, implicaciones políticas. Uno de los argumentos más incisivos que pueden ser inferidos desde ésta hipótesis es el de una afirmación categórica de la igualdad de los hombres y mujeres que viven en este mundo. En términos genéticos no existe una diferencia significativa asociada ni con el género, ni con las variaciones físicas de la poblaciones humanas en el mundo. En este sentido, se invalidan las posibilidades de establecer tanto nociones de superioridad como de inferioridad humana. De ahí que cada una de las formas en que cada sistema social y político produce desigualdades, rechazos, y prejuicios sobre el color y el cuerpo de las personas, se debe más procesos históricos y políticos dentro del sistema que a un fundamento de tipo natural.

La monogénesis es el paradigma actual así como dominante en los campos dedicados al estudio de la evolución humana. Figuras como la Doctora Martinón sostiene que cualquiera Homo Sapiens tiene la mismas capacidades y condiciones para realizarse en éste mundo. Por el contrario, a poligénesis que ya ha sido descartada por especialistas, pero como muchos otros vicios y prejuicios del hombre ésta ha pervivido de manera subyacente en actitudes personales, prácticas institucionales, y discursos políticos. La idea de que hay vidas y sujetos que tiene más derechos que otros, o que son intelectualmente más capaces que otros, o bien que dado a su aspecto físico están determinados a actuar de cierta manera, no son argumentos ni ajenos ni inusuales a nosotros.

Es factible que nuevas hipótesis se desarrollen en el futuro. Es incluso factible que nuevas formas de clasificar a los hombres, sus cuerpos y sus formas de vida imbuyan debates académicos y políticos. Valdría la pena recordar entonces, que nosotros, como los hombres que alguna vez vivieron en la región que ahora llamamos Atapuerca, habremos de morir y nuestros restos regresaran a la tierra en dónde, ciertamente, hará poca diferencia nuestro status, condición, o poder.

  1. cfr. Stinger, Chris. “What makes a modern human”, Nature, no. 485(2012): pp. 33–35.https://www.nature.com/articles/485033a
  2. cfr.Gould, Stephen Jay. The Mismeasure of Man, Nueva York y Londres: Norton Books, 1981, 414 pp.
  3. Hall, Catherine. Civilising Men.Metropole and Colony in the English Imagination. 1830–1867. Chicago:University of Chicago Press, 2002.

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